lunes, 21 de agosto de 2017

ANTES...DESPUÉS


Seguimos conmocionados.
Pero poco a poco vamos abriendo los ojos a la realidad del después. Un después que sigue siendo inquietante.
Quizás sería bueno dirigir la mirada al antes. Y analizar los antes es lo que da miedo, porque nos han traído a un ahora lleno de odios, violencia y terror.

En España pasamos durante lo que es un suspiro, mi vida por ejemplo, de convivir con la precariedad, el hambre, el miedo a levantar la voz, el respetar las leyes emanadas de una dictadura que se hacía eterna, los "usted no sabe con quién está hablando", la corrupción secreta o descarada de los aledaños del poder... A un momento, el actual, en el que vale todo. 

Vale criticar y exigir un cambio en la Constitución por parte de aquellos que nunca han llegado a acatarla del todo; como mucho la enarbolan cuando les interesa hacer un uso perverso y tergiversado de la misma. 

Vale acatar las ecuaciones post electorales, zancallideando a quienes obtuvieron más votos, sin entender que lo que los votantes querían era que todos se pusieran a trabajar por ellos, en busca de lo más provechoso para los ciudadanos, negociando, cediendo y trabajando codo con codo por intentar avanzar en la construcción de un futuro verdaderamente mejor para nuestros sucesores.

Vale consentir que un mocoso maleducado falte al respeto a una persona mayor, sin consecuencias de ningún tipo, porque el malcriado puede traumatizarse. Cuando deje de ser un crío y la vida le de un zarpazo, veremos dónde se han metido los que no quieren que se traumatice por enseñarle normas básicas de convivencia. 

Vale que se fomente el mal gusto, la zafiedad, la vulgaridad y la violencia, manteniendo en antena programas en los que gente de mi edad se interpela a gritos, sin respetar la intervención de los demás, utilizando en ocasiones un lenguaje más apropiado para arrear a las caballerías. Y todo para contarle a su audiencia las miserias reales o imaginadas, de personas más o menos populares, cuyos exclusivos méritos son ser los hijos de fulanita o el haberse acostado con menganito y tener la desvergüenza de pregonarlo y cobrar por ello. Y entre esa audiencia hay niños, preadolescentes, jóvenes, que aprenden lo fácil que es vivir del cuento, apabullar a los demás y ser el más mejor. 

Vale consentir que se ataquen los sentimientos religiosos de una gran parte de los habitantes de España, en carnavales canarios, fiestas grandes de Bilbao, gracietas en las redes asociales, persecución y acoso a religiosos, esgrimiendo el derecho a la libertad de expresión y el falso laicismo del país, olvidando que España es un estado aconfesional, que es una cosa un poco distinta. Y no pasa nada.

Vale vivir la vida a tope día a día, sin pensar en el futuro porque eso requeriría el esfuerzo de renunciar a algo inmediato. Luego hay que quejarse dela falta de oportunidades para adquirir una vivienda, de la dificultad para emanciparse de unos padres que les mantienen,encargándose de tenerles cama y mesa puesta,  porque ellos sí tuvieron la suerte de privarse de casi todo lo que no era imprescindible, firmando letras, pagando intereses del 21%, sin ayudas para la vivienda, ni guarderías gratis, ni,  ni, ni....  

Se ha instalado en una buena parte de la sociedad menor de 50 años, la idea de que tenemos derecho absolutamente a todo, sin ningún tipo de deberes a cambio. Así, porque yo lo valgo, como decía el anuncio.

Y se han apoderado de los mandos. Twitter, Facebook, Instagram... son los foros donde se vomita lo peor de cada estómago, utilizando perversamente unas redes que podrían haber sido maravillosas herramientas para la educación y la concordia.

No sé. Puede que esté en un momento pesimista, descorazonada por ver lo mal que lo estamos haciendo, en un momento de tanto dolor, tontamente desaprovechado.

Y seguiremos haciendo llorar a Dios, si Él no lo remedia, como cantaba la maravillosa Nati Mistral. Seguro que estará mejor que nosotros, allá donde se encuentre. 

















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